sábado, enero 29, 2011

No hay nada más humano que la controversia



por Lucy Amparo Bastidas Passos


El escritor Héctor Abad Facciolince nos recuerda que ‘no hay nada más humano que la controversia’ y pues si, las discrepancias están a la orden del día en casi todo acto humano, sea religioso, político, deportivo, y ¡claro! la excepción no es la opinión sobre el espacio público y sus pulmones los parques urbanos que contribuyen en el sostén ecológico de las desenfrenadas urbes, que hoy desnuda el agudo invierno.

Veamos desde la antigua Grecia donde nace el espacio público con el Ágora o plaza en la que se llevaban a cabo reuniones, para debatir ideas entre innumerables intelectuales en el súmmum de la democracia y del pensamiento.

Por esos tiempos ya controvertían dos grandes pensadores sobre la polis como espacio exclusivo del humano, separada de lo natural, pues su filosofía se centraba en la vida humana. Sócrates, (470, 399 a. J. C.) filósofo y genio de la polis sostenía: “No tengo nada que ver con los árboles del campo, solo me interesa el hombre de la ciudad…”

A Sócrates como seguramente hoy hubiera sucedido, le salió su contendor, nada más ni nada menos que Hipócrates de Kos, (460, 377, a. J.C.) famoso médico de la antigüedad, que desbancó esa idea con su prestigioso “Tratado de los aires, las aguas, y los lugares” ‘en el que por primera vez, se enfoca la vida del hombre, tanto en el estado de salud como en el de enfermedad, dependiente de las fuerzas de la naturaleza’.

Desde la antigüedad quedó claro que acatar la ecología en las urbes y otras construcciones, constituía la columna vertebral del bienestar. El juramento hipocrático se conserva aún como el juramento médico, basado en la ética de la vida.

La salubridad ofrecida por la naturaleza cercana a Hipócrates, posiblemente haya influido en él o quizás no, pero lo cierto es que vivió hasta los 83 años. Infortunadamente Sócrates de forma injusta fue condenado a beber cicuta a los 71 años, no por culpa de no querer saber de árboles, sino porque le endilgaron el ataque a los dioses supremos.

He ahí las tensiones entre dos sabios de la urbe; luego en la concepción y manejo de la ecología en las ciudades contemporáneas, en las obras de infraestructura, en el espacio público, arnés de los parques urbanos que hoy se debaten entre los verdes y grises del pavimento, naturalmente hay desacuerdos, evidenciando que las utopías o imaginarios son diversos como diversas son las cosmovisiones humanas; entonces, la controversia deberá encaminarnos a la reflexión que facilite el entendimiento de un mejor vivir en estos tiempos críticos.

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