viernes, agosto 10, 2007

SOMOS PRODUCTO DE UNA ORGIA RACIAL, SOSTIENE EL COLUMNISTA FERNÁNDEZ


JULIÁN FERNÁNDEZ

Candidatos de la Tierra

Después de realizadas las consultas dentro de los partidos políticos y conocidos los nombres y apellidos de los candidatos, se han producido todo tipo de juicios sobre los ganadores, pero los que más llaman la atención son los estéticos a los cuales quiero referirme.

Se afirma que tal candidato “es muy feo” además que “no tiene presencia”, que tal institución no puede quedar en manos de X persona pues “carece de distinción”, que la “estatura no le ayuda”, que “el pelo esto o aquello”; e igualmente que su familia no nació en el centro histórico de Popayán sino en los extramuros de un pueblo marginado del Cauca. Estas descalificaciones encierran un alto contenido “clasista”, “racista”, “xenofóbico”, “paranoide”, etc. Lo cierto es que la emisión de tales juicios permite identificar cierta patología política en el ciudadano que los emite.

Es necesario recordar que nuestra identidad cultural es producto de una orgía racial, la cual generó un mestizaje de todo orden, lo que impide concebir la existencia de modelos puros o “sin mancha de la tierra”. Creo que difícilmente el elector puede encontrar un Beckan o un Tom Cruise como candidatos a las corporaciones públicas del Cauca. El estado mental indicado exige algunas precisiones teóricas.

La democracia se soporta sobre dos principios: el primero, se refiere a la incertidumbre sobre quien va a ser el gobernante y el segundo, tiene que ver con la libertad del ciudadano para elegir su gobernante atendiendo criterios de diferente orden (éticos, estéticos, sabiduría, desconocimiento, etc). Lo cierto es que el ciudadano no elige como gobernante a quien un teórico considera como el mejor candidato, puesto que la política es un acto de expresión de intereses sociales y no la ratificación de conceptos o enunciados teóricos. El marco teórico de la persona que vota es un problema teórico de los teóricos, pues el voto para el sufragante es la expresión práctica de intereses sociales en juego. El ciudadano solo vota y los teóricos analizan. Los teóricos denominan construcción de ciudadanía al proceso por el cual se construye un marco teórico al elector. Tal como diría Weber tanto la tradición así como el carisma son criterios válidos de legitimidad.

El elector se mueve por intereses distintos a los dictados promulgados por las grandes teorías políticas, mas en una sociedad con las necesidades básicas insatisfechas donde lo que prima es la eficacia de lo inmediato y no tanto la preocupación por construir modelos abstractos de justicia (aunque esto también es un interés social). Tanto así que el clientelismo ha cumplido una función social de eficacia selectiva de ciertos derechos ante un estado famélico que no desarrolla sus finalidades.

En la ciudad de Popa­yán se presenta un desplazamiento forzado de sus nativos hacía otros contextos económicos, políticos, laborales (principalmente Cali y Bogotá), igualmente ingresan a la ciudad per­sonas provenientes de zonas del Departamento del Cauca, las cuales mediante una apropiación cultural inician un proyecto vital en la ciudad generándose con esto procesos de identidad social y es esta nueva dinámica la que entra a copar el espacio político dejado por las personas originarias de Popayán. Tal como lo enseña Gramci, en política no existen espacios vacíos, pues si alguien deja un espacio otro actor social lo ocupa.

Los xenófobos que des­califican aspiraciones políticas por no tener el respaldo de los sectores tradicionales de la ciudad demuestran su incapacidad para interpretar otros procesos políticos que se gestan por el estado comatoso en el cual se encuentran las personas naturales de la ciudad. La invitación es a liderar un proceso, sin descalificar aspiraciones legítimas.

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