Somos como peces en un acuario dedicados a comer, engordar y vivir nuestro nidito de agua dulce sin meternos con nada ni con nadie; siempre buscando las aguas limpias y tranquilas, y alejándonos del peligro que generan los peces grandes y pelietas, los peces feos e infames, los peces gañanes y hambrientos, los peces devoradores de espíritus tranquilos.
Que bella sería la vida si pudieras ver todo desde un acuario, sin que la cosa fuera conmigo… ¿ocaso la vida es así? Pues si, porque a veces parece que vemos nuestra realidad solo a través de la televisión, vemos el dolor del otro a través de la tele, vemos la sangre de nuestros compatriotas solo a través de la caja de la tele que es como un acuario grande que se prende y apaga a nuestro antojo y acomodo.
Ver la vida desde la tele es una gracia que no tienen muchos, pero es una alegría posible, una opción que agradecemos.
Nada de lo que ocurra dentro del acuario de la televisión nos interesa en nuestra realidad, pero la televisión es el reflejo de nuestra realidad, como el espejo y las fotografías son nuestra imagen; pero casi siempre la imagen del espejo y de las fotos no nos gusta, porque no muestran lo que somos, nos distorsionan. ¿Acaso la televisión nos distorsiona? Tal vez…
-Marco Antonio-