sábado, noviembre 24, 2007

Yo también tomo tinto en café y ciudad


por: Giselle Delgado Tejada


Cuando veo que el director del programa Café y Ciudad, vierte su café humeante, y sus invitados lo saborean, yo no me puedo quedar con las ganas. Casi siempre me siento frente a la pantalla del TV y para no sentir la envidia, yo también me sirvo mi tinto cargado como me gusta y ahora si me dispongo a escuchar cada uno de sus invitados.
El tema de todos ellos tiene como eje central, esta nuestra pequeña ciudad de Popayán: he escuchado Arquitectos, Políticos, Artistas y Soñadores hablando sobre su querida Popayán y yo acá desde mi cómoda estancia, me sumo a todas esas elucubraciones y deseos de lo que podría ser nuestra hermosa ciudad. Me la imagino visitada por miles de turistas que transitan las calles del centro colonial peatonizado; pudiendo hacer el recorrido de las bellas iglesias y museos con su arquitectura gótica. Que estas visitas sean acompañadas por guías turísticos con un vasto conocimiento de la historia gestada en esta ciudad. Por supuesto se requieren iglesias y museos permanentemente abiertos. Cuando el turista se sature de caminar, deberá encontrar unos agradables cafés decorados, como ya los hay al estilo Caldivia, Dicomo o Madeira entre otros: ¡que delicia!, que después de un recorrido puedan entrar a estos espacios a degustar un buen café y a compartir y conocer, la gente de la ciudad. Si el deseo del turista es ir de compras, me imagino entonces dirigirse a las calles exclusivamente diseñadas para los vendedores formales y ambulantes, como sucede en el mercado de San Lorenzo en Florencia Italia, cuando sólo dos calles peatonizadas se organizan estéticamente para que vendedores oferten de manera apropiada sus mercancías a los visitantes. O como también ocurre en el barrio San Telmo de Buenos Aires, Argentina. Cuando el turista termine de hacer sus compras, debería contar con una oferta de espectáculos nativos, ubicados en diferentes escenarios del centro histórico; por ejemplo que tal un concierto de la Universidad del Cauca, en el teatro municipal ó un grupo de danzas folclóricas en el Pueblito Patojo; que tal un recital de poetas y escritores caucanos en el Banco de la Republica. Y para terminar este hermoso y cultural paseo turístico; comprar sus artesanías ubicadas en el pueblo patojo, o en cualquiera de las plazas o calles del centro histórico. Como en Popayán, no todo lo bonito puede estar en el centro; que tal contar también con dos o tres galerías perfectamente decoradas con los alimentos comestibles, especies y frutas de todos los colores; en un ambiente y contexto artístico que haga parte de todo el recorrido turístico; como sucede en ciudad de México con la plaza Garibaldi, por ejemplo.
Pero como Popayán no solo es de turistas, también estamos los nativos y los que han llegado por diferentes procesos a formar parte de la nueva ciudad: a esta población se le debe trabajar el sentido de pertenencia, cualificación cívica y cultura ciudadana, despertando su amor y sentido de pertenencia. La juventud y los niños de los barrios supuestamente marginales se deben integrar de una u otra manera a este programa cívico. Se los debe capacitar, entrenar, para que sean ellos los que se incorporen y puedan difundir el amor por su ciudad. Y el resto de ciudadanos vamos a tener que sentirnos como responsables de las administraciones municipales y gubernamentales ayudando y colaborando proactivamente a construir por fin un departamento nuevo. En Café y Ciudad vi que hay mucha gente dispuesta a dar ideas para que durante estos 4 años, construyamos la ciudad, no solo que soñamos, sino que deseamos y amamos de verdad, casi como una Mikonos en Grecia. Como alguna vez dije, Popayán debe ser: ¡Una Ciudad para Todos!

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