Por: Jorge Muñoz Fernández
En tiempos en que el arte en América Latina aún se refugia en la estética neoliberal, encubridora de memorias y representaciones históricas, Darío Noguera convocó, desde Caracas, a los artistas latinoamericanos con la fuerza de sus convicciones dialécticas, que abrevaron en los momentos más culminantes de los debates ideológicos de los años ochentas y noventas, en las concepciones estéticas de León Trosky, el teórico del socialismo universal, a orientar el arte hacia la denuncia del espectro hegemónico unipolar que se pretende imponer al mundo, como una querella artística insumisa y permanente, para desvelar la participación del capitalismo en el desgarramiento de la paz, las culturas nacionales y el progreso de la humanidad.
La propuesta de Darío rompe los cánones del arte atrapado por imágenes de recreación visual tradicional, no pasa por los tramas invisibles, y coloca la mirada del espectador ante la irrecusable denuncia de quienes desde los estrados y tribunas del poder mundial provocan la destrucción de la fraternidad y el derecho a la vida.
Arte que potencia la identificación de los protagonistas de la exclusión política, económica y social; arte que identifica con su pincel el núcleo del terrorismo global, y opulento, que en nombre de la democracia privilegia el ejercicio de la barbarie y de la muerte.
Su primera exposición en Venezuela, que se lleva a cabo en la Galería de la emblemática Universidad Bolivariana de Venezuela, UBV, ha suscitado admiración y entusiasmo por su enlazamiento simbólico con los profundos cambios que vive el suelo de Bolívar, donde la muestra ha gozado del beneplácito de la crítica y acogedora aceptación del público caraqueño y extranjero.
En su composición aparecen cardúmenes de peces que derrumban el mito de la desaparición inexorable de los peces pequeños por la acción depredadora de los dueños de mares y océanos; oriflamas que mutaron su simbología primigenia en figuras siniestras y plagas asoladoras que devoran países.
Arte de choque, divergente y contestario, con aguda dosis de surrealismo y Pop- Art., que lo destacan como irreverente en los espacios de la obediente tradición en que cayó el arte latinoamericano.
La acogida de su obra por la Universidad Bolivariana de Venezuela, el Banco de Comercio Exterior, y los Ministerios del Poder Popular para la Comunicación y de la Cultura, le auguran reconocimiento al artista payanés en los escenarios de América Latina.
Caracas, DF.,
noviembre 23 de 2.007
"No será el miedo a la locura lo que nos haga bajar las banderas de la imaginación".