domingo, noviembre 18, 2007

ENTREVISTA

Entrevista con el autor de El ‘Flautista del Humilladero’
El cronista del hombre que vivía con una flauta de carrizo
El liberal, POPAYÁN, noviembre 18 de 2007
Por: Pacho Calderón


Es una tarde fría. Viernes. Un puñado de parroquianos transita por toda la Calle Tercera. Hay dos niños que se encuentran sentados al frente de la Casa Caldas preparando, en bolsitas, las moras que ofrecerán durante toda la tarde a los ciudadanos que transitan por este punto de la ciudad.
Estos chiquillos ya saben lo que es elaborar estrategias de venta, por eso uno de ellos le dice al otro que se apure en empaquetar la fruta porque les va a coger la tarde. Son las 2:00 p.m.
Doblando la esquina, a la altura de la Carrera Quinta, hace aparición una persona vestida con un saco de pana color café, camisa y jean. En una mano porta un pequeño libro y en la otra un celular.
Este ciudadano camina como si portara una gran noticia, y en sus ojos verdes, se nota que en su mente aún quedan los estragos de una buena lectura.
En el paisaje del lugar, este hombre resalta porque en sus manos lleva el mensaje de salvación para unas cuantas almas ‘embolatadas’ en los trasegares de la existencia: un libro de poesía.
Él sabe que sus congéneres, además de carros y televisores, necesita para sobrevivir algo de poesía, por eso se toma la tarea de recoger sus mejores palabras, organizarlas y publicarlas en libros...
Como los pequeños que están vendiendo moras, este hombre va ofreciendo su pequeño catecismo lírico. Llega a las puertas de la Casa Caldas y entra, donde lo espero como periodista para preguntarle que se siente ser el ganador de la primera versión del Concurso de Cuentos Inéditos sobre Mitos y Leyendas, evento que fue realizado por la Gobernación del Cauca, y su programa Caucanizate.

Nuestro personaje se llama Marco Antonio Valencia Calle y su oficio es ser poeta, labor que de ninguna manera es como la de cualquier otra. Pero para ganarse la vida y mantener su hogar, este mortal de 40 años de edad se dedica al noble ejercicio de la enseñanza en las instalaciones de la institución Educativa San Antonio de Padua, en Timbío.

Marco Antonio se sienta, junto con al periodista, en una de las tantas mesas de Arte y Café de la Casa Caldas. Y pide un ‘pintado’ antes de empezar a responder un arsenal de preguntas.

Se dice que su pluma era bastante ácida y agresiva...

En varios años como columnista tuve el San Benito de ser el comentarista terrible del periódico El Liberal. Eso me granjeó muchos amigos, porque les gustaba ese humor negro e irreverente que esbozaba en las páginas editoriales, pero también me gané muchos enemigos. La gente no asimilaba muy bien el humor, la ironía y el sarcasmo, y por eso me criticaban.

¿Cómo eran las disputas que se armaban en torno a sus columnas?
La propuesta era poner sobre el telón varias clases de temas, y sobre estos, plasmar una opinión que no fuera la que la gente compartía comúnmente.
A veces no escribía propiamente mis ideas, sino que le buscaba la ‘quinta pata al gato’, pero eso me generaba enemistades.
¿Por qué aprovechar un espacio en el periódico para escribir y opinar?
Siempre he buscado la forma de ser escritor. Hay pocas posibilidades de publicar y la columna en un periódico permite tener un ejercicio de escritura permanente. Además se van creando lectores. Escribir columnas se convierte en un vicio... y no lo he podido dejar de lado, aunque muchas veces me lo he planteado.
¿Es el mismo escritor cuando comenzó a salir sus primeras columnas?
Al principio lo hacía de manera muy literaria y con una mirada de escritor. Con los días, "lastimosamente", he sentido que me ido acartonando... y eso me preocupa. Como sea, me he dado cuenta de que todos los escritores del mundo, antes y ahora, terminan siendo columnistas. En España, las mejores plumas de las casas editoriales son columnistas de prensa o de bitácoras de páginas blog.
¿Esta situación es la misma que vivieron los escritores de los sesenta y setentas, quienes terminaron como columnistas y aceptando todo lo que querían cambiar?
No. Yo nunca he sido un irreverente en el sentido de dedicarme a atacar la institucionalidad ,el Estado o la sociedad. Pienso que un escritor tiene la habilidad de poder ver cosas que las otras personas no logran ver. De fijarnos en los detalles de la vida nimios o verdaderamente importantes y estamos en la obligación de darlos a conocer a través de la escritura.
¿Por qué ese mal vicio de la literatura?
Es una vocación de niño. El pintor, el escultor o música encuentran academias de formación, pero uno como escritor no encuentra una institución para aprender este arte. Por tal, vivo en una búsqueda constante, incluso desde la academia, para aprender los gajes de este oficio. Soy autodidacta en este oficio de escritor.
Si hablamos de escritura, nos estamos metiendo con la lectura, ¿qué libros ha degustado o qué autores han influenciado en su formación?
Soy un omnívoro literario. Me gusta la literatura que se hace en el país y de autores vivos. Al contrario de las personas que le gustan los clásicos. Mi biblioteca está compuesta por narradores colombianos. Leo novela, luego periodismo, ensayo y poesía. Esta última es la que me ha dado varios reconocimientos.
¿Qué está leyendo ahora?
Ahora estoy leyendo a un autor mexicano que se llama Jorge Volpi, pero también leo a Laura Restrepo, a Santiago Gamboa, en fin, me apasiona la actual producción literaria del país.
¿Libros que no haya podido leer porque no le haya agradado?
A Sangre fría de Capote. A un libro le doy hasta la página 30 para que me seduzca; si no lo logra, lo dejo a un lado. Y son muchos libros que ha corrido con esta suerte...
¿Su obra?
En el año 2.000 publiqué una novela y no he podido reeditarla. En poesía ha sido diferente, ya que en Popayán hay mucha actividad en este campo. En últimos dos años en la ciudad se han publicado 20 ó 30 libros de poesía. Los narradores están todavía en proceso, en ciernes.
¿De qué vive usted?
Por la mañana dicto clases, que es lo que me permite vivir y por la tarde me dedico al ejercicio de la escritura. Soy una persona que vive de las letras pero que renuncian a las cosas terrenales. Tengo obligaciones, pero siempre estoy buscando la forma seguir en mi formación intelectual y artística, por eso se explica mi trayectoria académica, entre que se cuenta una maestría de Filología Hispánica.

Tras los pasos de ‘Chancaca’
¿Por qué decidió participar en este concurso?
La invitación me pareció muy agradable, ya que es la primera vez que en el departamento se hace un certamen como este. Además, me llamó la atención el tema, es decir lo relacionado con la tradición... y la invitación me llegó dos día antes de cerrarse la convocatoria.

¿Cómo nace el cuento que le dio el primer lugar en este concurso?
Este cuento, esencialmente, es un homenaje a la chirimía, porque descubrí, en el proceso de escritura de una novela sobre la música en la que trabajo, que la gente del Cauca participa mucho de esta música, pero no le gusta reconocerla como suya. La chirimia guste o no, es el estilo musical que nos identifica, y no lo hemos reivindicado, como lo han hecho los costeños con el vallenato.
Pero a la vez era romper con las mismas leyendas o mitos que conocemos, como el de la Patasola, el guando o la lloronam entre otros. Eso hay que superarlo, ya que hay nuevas leyendas en la tradición oral que aún no se han plasmado en el papel.
¿Por qué la figura de ‘Chancaca’?
Porque la vida de este personaje hace parte de la tradición oral de Popayán; es decir que tenemos nuevos mitos y leyendas que están identificadas oralmente, pero que todavía no se han escrito. ‘Chancaca’ es una de ellas.
¿Cómo fue la construcción del personaje?
La historia de este personaje ha estado allí siempre, fue sólo escuchar con atención. Por ejemplo, hay una anécdota que dice que un día le robaron la flauta y la respuesta de él fue qué si podían quitarle la música, que vinieran por ella.
¿Hay otra intención detrás del cuento?
Era también explicar el significado de la palabra ‘Chancaca’, la cual viene de la melaza de caña y de pronto se usó para describirlo a él, que era un hombre negro y alto.
¿Usted llegó a mediar palabras con él?
No. Un día le di como dos mil pesos para que interpretara una canción.
¿Cómo fue su reacción cuando supo que era el ganador del concurso?
No lo esperaba aunque cuando uno participa en estos concursos guarda las expectativas. La verdad es que me salvó la patria porque el premio es un computador, que me cae de ‘perlas’, porque el mío se me dañó y he sufrido lo inimaginable sin esta herramienta de trabajo.
¿Tiene algo que decir frente a este nuevo logro?
A partir de esta experiencia, desearía desarrollar un trabajo de pedagogía en cada municipio del departamento, incentivando a los menores a ejercer la escritura a partir sus propias tradiciones, que es en últimas, el objetivo de un concurso como estos. Y por supuesto agradecer al Programa Caucanizate, que ha puesto un grano de arena más en la construcción de la literatura del Cauca con un evento como estos, y con un incentivo como el que hoy me ofrecen.

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