martes, enero 03, 2012

¿Mejor ciudad?



POR JUAN CARLOS PINO CORREA

He visto en algunas pocas calles de la ciudad —y voy a insistir en el “algunas pocas”— unos pasacalles gritando a voz en cuello que ahora la ciudad tiene mejores vías y que se ha invertido en este aspecto varios miles de millones de pesos. Claro, entiendo que ese mensaje no esté en la vía que va desde la carrera sexta hasta los semáforos de Tulcán, ni en el Barrio Bolívar, ni en cualquiera de las calles del Barrio Santa Inés, o de Villa Docente, o de lugares que podrían reemplazarse con un largo etcétera que alcanzaría para cubrir toda la ciudad y sus zonas rurales. Porque tales “anuncios publicitarios” (que bien podrían llamarse así) sólo se han puesto en las cuatro o cinco calles (las pocas en que la administración municipal sí ha intervenido) que son de verdad tales y no unas verdaderas trochas como las demás. Trochas con inmensos agujeros negros, trochas con abismos de un tamaño y una profundidad que dan pavor. Y que no se tome como pretexto el invierno. Ni como salida la cultura del reparcheo, enseñados como estamos a vanagloriarnos por tapar los huecos. La Real Academia Española define el parche como aquella “cosa sobrepuesta a otra y como pegada, que desdice de la principal”.
Que no se enorgullezca el Alcalde de las vías y de la situación de movilidad (inmovilidad) que nos deja. Y que no intente con cuatro pasacalles ocultar el sol con las manos, ni atenuar con discursos grandilocuentes en los medios de comunicación locales y nacionales los graves problemas que no sólo no solucionó durante su mandato sino que se acrecentaron y que no pueden soslayarse con el argumento de que estamos en el promedio nacional. Cito textualmente al Alcalde en la edición especial de la revista Semana sobre la Región Pacífico: “Popayán tiene índice de delincuencia promedio: ni somos la ciudad más segura, ni la más insegura”. Eso suena a disculpa. A contentémonos con esto y ya, porque podemos estar peor. Peor sería tener que atrincherarnos en nuestras casas para huir a esta inseguridad que se hace evidente y que para Ramiro Navia es sólo una percepción “que siempre está por las nubes, más allá de las estadísticas”.
A disculpa también suena que en la misma edición de Semana diga que el desempleo no se puede acabar por decreto. Por supuesto que no. Pero la ciudadanía espera de un Alcalde que haga las gestiones necesarias y coordine interinstitucionalmente las acciones para que haya inversión social y tal desempleo no se eleve hasta el punto dramático de ser el más alto del país, siete puntos por encima del promedio nacional. Un asunto lamentable a todas luces y de hondas consecuencias para la región.
Con esta situación de la que somos testigos los habitantes de la ciudad cotidianamente, dudo mucho que, como cree el Alcalde, la gente que venga aquí y la vea tan venida a menos en todos los aspectos, pueda enamorarse de ella. El amor no sólo está hecho de palabras.

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