viernes, noviembre 25, 2011

INSEGURIDAD EN POPAYAN 2


“Peligro, retirense”

ROGER ORTIZ RUIZ/
EL LIBERAL. POPAYAN 25 DE NOVIEMBRE 2011.
Estaba citado a la oficina de cultura del departamento, para continuar con la comisión los trámites relacionados con el Empalme de esa dependencia. Unos segundos antes de las 9 y 15 a:m, me había saludado con la Dra. Libia Perafán Salas (coordinadora) cuando una fuerte explosión sacudió la estructura de las oficinas de Emtel, ubicado en la calle 5 con carrera 5.
El ambiente se llenó de polvo seco penetrante, con olor a pólvora, que caía sobre los muebles; ante las expresiones de angustia de funcionarios y aseadoras que estaban en el interior. Yo hacía el esfuerzo por gravar las imágenes del insuceso. Salí a la ventana del segundo piso (de la calle 5) y observé rostros perplejos que se asomaban por los balcones como pájaros asustados y en la calle, gente que corrían patinando en todas direcciones. La esquina del Banco de Occidente, estaba cubierta de escombros y una señora con gestos de dolor, la subían a una camioneta que estaba estacionada frente al Hotel “Camino Real”.
La Dra. Perafán, con cierto desespero, decía “Salgamos, salgamos rápido”, pero el suscrito opinaba que lo prudente era no correr, porque afuera estábamos más desprotegidos. Pronto, la cuadra en las esquinas se apretujó de público y de policías que llegaban al área, impidiendo que los transeúntes cruzaran por el sector.Con voz de mando gritaban: “Peligro, retírense,retírense” Al abandonar la oficina en referencia, salimos a los corredores que son espaciosos y fue cuando miré que parte del techo dela segunda planta, lado occidental, estaba en el piso a la sombra de un polvo espeso y amarillento que amenazante se esparcía por el entorno. El cuadro era semejante al de un bombardeo, pues el boquete estaba en la parte alta. De la oficina de reclutamiento de los indígenas del ejército, salía una especie de humo pestilente, al parecer era el foco del detonante; de allísalió alguien a prisa y tomó la escalera llevando un pañuelo que cubría la boca y nariz, murmurando “No hay heridos, salgan, salgan”.
Ya en la calle, los semblantes y los gestos eran de alarma, de miedo, parecía que cada ciudadano había activado su mecanismo de defensa y estaba a la expectativa de cazar, en el ambiente, al fantasma que originó semejante pánico. Un oportuno, con pinta de periodista, entrevistaba a la coordinadora de cultura, con quien abandone el escenario; ya las cámaras registraban el momento, al compás del trinar de celulares, que entonaban los nervios de ciertos peatones a media voz y despeinados.
El hecho me trasladaba a los pueblos musulmanes, donde los carros bombas son tragedias sin freno: pero el terror los estábamos viviendo en el corazón del centro histórico de Popayán. Estaremos a salvo de nuevas explosiones? O es el comienzo de duras realidades.
Publicada por
Columnista invitado

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