Por: Giselle Delgado Tejada
El amor sin edad que transciende el tiempo. El amor romántico que se revive en la historia de García Márquez; en el paisaje de la costa caribeña colombiana, entre Florentino y Fermina.
Florentino Ariza, un hombre de pasiones ocultas, de sensualidad taimada, que sumó más de 600 historias de amor contadas desde las que fueron producto de encuentros ocasionales hasta las amantes furtivas que murieron bajo la tragedia de la celotipia. Florentino, hombre paciente, capaz de sublimar su amor real, a través de las cartas amorosas de la vieja y roída máquina, que escribe a muchos amantes incapaces de expresar sus deleites amorosos; propiciándole a otros la felicidad que a el le fue negada. Fermina Daza por su parte, mujer de la época, sumisa a un padre arribista, comerciante emergente que la propone al mejor postor; desarrolla y vive su vida en medio de los deleites y el decoro que le proporciona su galante y reprimido esposo el doctor Urbina. La ruina afectiva de Florentino, le es totalmente indiferente; sólo la ronda su fantasma y el desprecio que le produce ese amor incondicional y humillado de Florentino hacia ella.
Estas historias de amor plasmada últimamente en el cine; que recrea las tragedias amorosas de Romeo y Julieta; y se reproduce en las historias recientes de “Elsa y Fred” en el cine argentino y “El Penúltimo Sueño”, de nuestra escritora Angela Becerra. Son historias que calan profundamente en los lectores y espectadores de cine, cuando vemos que los amores platónicos inspiran aun a sus autores.
La película sin embargo se queda corta al realizar la literatura de Gabo; pues aunque sea una gran producción que hace una buena puesta y autenticación de la época; no logra, plasmar el realismo mágico de nuestro premio Nobel; toda vez que describe una historia lineal y plana en donde, el hecho mismo de ser hablada (y actuada) en Inglés, desvirtúa la riqueza, el lenguaje y la cultura de nuestra costa caribe. El maquillaje impostado, a pesar de la hermosa fotografía; así como la actuación forzada y ajena, suenan extraños para quienes hemos sentido como propias las historias Garciamarquianas.
Sin embargo los amores platónicos y el romanticismo, seguirán prevaleciendo en nuestros gustos latinos; tal vez porque son estos amores los que nos trasnochan en las telenovelas o los que nos incitan a escuchar las rancheras y las canciones del despecho. Debe ser que los amores establecidos, rígidos como lo dice alguna frase de la película, El Amor en los Tiempos del Cólera: “en el matrimonio es mejor la estabilidad que la felicidad”; frase que refleja que, desafortunadamente, estos amores no inspiran, ni a la poesía, ni a la prosa, ni al cine. Es extraño, pero pareciera que los seres humanos amaramos siempre lo inalcanzable.