POR: MARCO ANTONIO VALENCIA
Por estos días los políticos interesados en el poder local y departamental nos hablan. Pero, en su desenfrenada carrera por obtener votos, alianzas, acompañamientos, recursos, entrevistas, promesas… ¿escuchan a la población? Como sea, después de escuchar a una docena de ellos, me arriesgo a hablarles.
Señores, ningún proyecto político es serio sino atiende al interés general, antes que al particular. Los discursos no pueden ser dedicados a la enumeración de las necesidades de la gente; a cada problema hay que plantearle una solución real, estudiada, franca, viable, inteligente, novedosa. No hay que hablar solo de carencias sociales, hay que hablar de los logros que se ha tenido históricamente para la solución de esos problemas. Muchos hablan de crear fuentes de empleo, polos turísticos, carreteras al mar, proyectos de vivienda, pero sería bueno que se hablara del problema de fondo: la pobreza, e incluso de la implementación de una pedagogía para vivir pobre, honrado y dignamente. Se habla de economía, tecnología, inversiones en esto y aquello, ¿pero alguien habla de inversión en teología, filosofía, letras o arte? Hay que hablar de la formación del ser humano cívico, social, educado, pacífico, saludable espiritualmente…
Señores, nada de mentiras típicas, pues son las que más aburren. Nada de mentiras para desacreditar al contrincante, porque lo que Juan dice de Pedro, dice más de Juan que de Pedro. No crean que todos los que van a escuchar sus discursos y reuniones políticas están muertos de hambre, son ignorantes o son viles necesitados; porque la gente sea cual sea su condición, desprecia a los arrogantes, a los que se creen ungidos de antemano, a los macacos que andan por la vida con la fórmula de la quinta esencia y la silla de montar sin haber traído los caballos.
Señores, hay que andar por la vida buscando consensos éticos, nada de venderle el alma al diablo por dos votos. Dejen de creer que los electores somos menores de edad y no nos damos cuenta de las componendas raras y; sobre todo, sabemos cuando hablan con la demagogia de las emociones y no de las razones. No mendiguen espacios mediáticos, ni se dejen endiosar ni menoscabar por comentarios de periodistas a sueldo.
Hay que dejar de lado los delirios de grandeza. No sean mesiánicos ni no sean fatalistas, porque el mundo no es un desastre y ustedes no son los Súper amigos que vienen a salvarlo. Sean francos, que la política no fracase ni decepcione por ustedes, sino por otras razones, solo así podemos respetarlos y reelegirlos. Atentamente: Juan Pueblo.(valenciacalle@yahoo.com)