EN
NEIVA LO MATARON
Marco Antonio Valencia Calle
La semana pasada mataron a Onier Lisenhacuer Roa. Fue una muerte absurda,
imprevista y repudiable. Tenía 17 años, era bachiller y parte de una familia
que lo apoyaba. Su muerte fue dolorosa e incomprensible como todo asesinato. Un
muchacho con un destino en progreso, educado, y como todo joven, una promesa
para éste país.
Lo mataron otros muchachos por robarle un celular. Tal vez más pobres de
espíritu, menos educados, sin familia, viciosos, de corazón dañado, sin amor,
desgraciados. Muchachitos donde la familia perdió la oportunidad de inculcarles
el temor a Dios, el aprecio a la vida. Muchachitos asesinos donde el Estado
perdió la oportunidad de educarlos y enseñarles que la vida es sagrada.
A Onier lo mataron en Neiva, como han matado a otros tantos jóvenes a lo
largo y ancho del país por robarle un miserable celular. Es una vulgaridad lo
que vale una vida para los brutos. Es una vergüenza para este país la falta de
educación. Es una grosería tener tanto muchachito sin valores ni moral robando
y matando por nimiedades. Perdieron el año todos y cada uno de los maestros de
los asesinos. Fallaron en su encomienda de educar los padres y familiares de
estos asesinos.
Es un escándalo lo que está pasando en nuestra sociedad. Que nuestros
jóvenes se dediquen a robar y a matar por un celular… que nuestros barrios populares
en vez de llenarse de alegría juvenil, se nos llenen de pandillas y ladronzuelos
chichipatos que no respetan la vida, ni
el bien ajeno.
Frente a una muchachada de
espíritu podrido, de moral podrida, de mente podrida, de hábitos podridos, de
valores podridos, ¿Qué están haciendo en los colegios? ¿Qué están haciendo los
padres de familia? ¿Qué están haciendo nuestros gobernantes?
Que la vida de Onier no sea para la estadística de un muerto más ¡No
señores! Aquí estamos pidiendo justicia por él y por los miles de jóvenes
muertos por un miserable celular. Exigiendo respuestas frente a los desmanes de
pequeños delincuentes que crecen como ratas llevando a Neiva y al país, a niveles
de tragedia inaudita.
Hay que recordarle a los malos, que los buenos somos más. Maestros y
estudiantes deben comenzar creando conciencia de que la vida es sagrada, y organizar
una marcha más grande que los desfiles de Sanpedro…, para decir: No más, No más…
¡Nunca más!
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