En el mundo mueren al mes unas 35 mil personas por cuenta de la gripe común o estacional. Son al menos 1000 muertes diarias debidas a un virus que hemos dejado que vaya y venga, que conviva con los humanos sin tantas atenciones. No es aceptable que a una infección viral (cepa A H1N1) aun relativamente incipiente se le trate como a la plaga del siglo, mientras a aquellas que vienen aniquilando al planeta sin compasión, apenas se les da atención mediática.
Si revisamos las muertes causadas por tuberculosis, sida, cáncer, enfermedad diarreica aguda, infecciones respiratorias, males cardiovasculares, etc., pueden sumar más de 10 millones de decesos por año. Esta si es una verdadera catástrofe. La epidemia por H1N1 que, si bien es de gran importancia, no ha tenido el impacto letal y arrasador por ejemplo de la meningitis en África, donde cada día hay más enfermos en los hospitales y ataúdes en los cementerios. En los últimos cuatro meses en solo cuatro países de ese continente han fallecido unas 3000 personas con más de 50 mil contagiados por meningitis.
En el mundo, las principales causas de fallecimientos después de las enfermedades cardiovasculares son las infecciones respiratorias, las diarreicas, el sida, la tuberculosis, cánceres pulmonares y accidentes de tráfico. Según la OMS, este año morirán cinco millones de personas por el tabaco, y la mortalidad relacionada con este producto es mayor que las muertes combinadas por tres enfermedades: el sida, la tuberculosis y la malaria.
Hoy vemos a entidades y funcionarios de salud haciendo casi el ridículo al repetir mecánicamente una letanía de la cual no tienen absoluta conciencia. Si la tuvieran estarían haciendo lo mismo y mucho más para contrarrestar el efecto de las verdaderas pandemias que padecemos por cuenta, por ejemplo, de las enfermedades crónicas. Lo que han provocado estos “sabios” es más pánico en la comunidad y hostilidades a pueblos hermanos. Inaudito que Colombia, con una actitud xenofóbica, impida jugar en Bogotá a equipos mexicanos con toda la capacidad para poner en el campo de juego a jugadores sanos, hecho de fácil verificación con un poco de juicio.
Es el resultado de la falta de sentido común científico y criterio racional. Colombia debería cerrarle más bien las puertas a los norteamericanos obesos, de malos modales nutricionales, sedentarios, frívolos y que idolatran sus autos. Ese si es un problema extremadamente contagioso, que por el mal ejemplo y el mercadeo de un estereotipo equivocado, puede incubarse de por vida llevando a serias tragedias por malas prácticas humanas. La imposición de un modelo estadounidense en Latinoamérica, ha provocado nocivos cambios en el comportamiento de los individuos afectando su bienestar.
La gripe AH1N1 por el momento no es ni la sombra del catastrófico efecto suscitado por la propagación de las dolencias crónicas en el mundo, éstas si verdaderamente mortales. El perfil que se le ha dado a este “virus de moda” es más mediático y rimbombante que las medidas de efectividad para un genuino control. Existen otras patologías que deberían merecer la atención y la inversión dadas a esta influenza con acciones preventivas, que podrían salvar muchas vidas.
Solo en Colombia mueren al año unas 90 mil personas por algunos males crónicos como las enfermedades del corazón, el tabaquismo y la diabetes. La mayoría de agentes de riesgo que las provocan son controlables, con el apoyo de programas de educación ciudadana y cultura en salud. Uno de los factores más incidentes es el sedentarismo, la “mamá de todos”. Unido al tabaquismo y a los malos hábitos de alimentación, contribuye a generar la mayor pandemia invisible del mundo. Esa si que hace falta enfrentar con verdadera inversión y decisión política. Para ello es necesario inducir profundos cambios en los comportamientos voluntarios saludables de las personas. |