Texto y foto de:
MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
“El escritor debe decir aquello que nadie quiere decir, que nadie quiere oír”
(Rubén Fonseca)
Lo peor del mundo es la pobreza, y de la pobreza: los pobres. En ellos están todos los males encarnados. Entre los pobres se dan las peores pesadillas del hombre: allí están los desplazados, los damnificados, los desplatados, los violados, los desocupados, los vaciados, los desquiciados, los feos, los brutos, los gonorreicos, los alcohólicos, en fin, la pelambre humana. Ese cuento de “que soy pobre, pero honrado, no se lo cree nadie”.
Meterse a un barrio (que digo barrio, a una invasión) de proletos es cosa horrible. Viejas preñadas por todo lado, chinitos viringos y barrigones comiendo tierra con caca de gallina por las veredas o caños, y tipos mal encarados en todas las esquinas fumando bareto, le hacen poner a uno la carne de gallina.
En una pieza de cartón y tablas llegan a vivir hasta 16 personas amontonadas y hay la promiscuidad sexual que ustedes quieran: el papá con la hijastra, la hermanastra con el primo, el primo con la tía, en fin. Practican una vaina que se llama “la gateada” y consiste en esperar a que todos se duerman para que el primo se pueda montar a la prima. Al otro día todos amanecen con ojeras y se miran entre ellos maliciosos: unos con rabia, otros con picardía y no faltan los dudosos, pues no saben quien se les montó. El sexo entre los pobres es de practica libertina pero tema tabú, y no hablan de él ni para planificar.
Allá no hay colegios, pero hay ollas: casas donde compran a precio de huevo todo lo que los pelaos pobres le puedan robar a los ricos; y los pelaos no juegan playStation o futbolín, juegan a las cuchilladas (el que se deje cortar la cara, pierde), al tiro de paja (se masturban públicamente, y el que sea capaz de eyacular tan fuerte que su semen toque el techo, gana), al gato violador (al primero que coja una niña -de 7 o 8 años, o la que pase, qué carajos- para violarla entre todos, y hacerle vaca, es un duro); al que más aguante metiendo bareto sin dormir, comer ni vomitar (suele durar hasta 36 horas el jueguito); se meten en debajo de un puente y atracan (gana el que más puñaladas de en el mes) en fin. Unos juegos cerdos los que se gastan los pobres. Los pobres son una plaga, se multiplican sin descanso y siempre nacen indios morados o negros ¿han visto?, eso sin contar que dañan la tranquilidad de todo el mundo, afean la ciudad, roban y matan. Son unos brutos, nunca entienden las leyes, no saben de propiedad privada, monogamia, las leyes de Dios, ética, estética, o moral; mejor dicho, no entienden nada de nada, ni saben para qué sirven las escuelas y por eso los pobres siempre serán rateros, disipados, viciosos y feos. Los pobres sirven para justificar la existencia de la curia, los discursos del político y la caridad de las viejas encopetadas; en biología para explicar la degeneración de las razas. Los pobres sirven para poder demostrar la desintegración familiar y hacer obras de caridad. Los rotos, así también le dicen a los pobres, sirven para justificar la existencia de la policía, los indicadores económicos, para tener obra de mano barata, para tener quien se queje, para tener idotas útiles en tiempos de elecciones, para hacer esos trabajos groseros, impúdicos o feos que los ricos no quieren hacer. En fin, los pobres son un mal necesario.
Pero lo peor de los pobres es el resentimiento con el que viven, y más peor – como dicen ellos-, es un pobre estudiado que alcanza a trascender la barrera y logra que lo nombren en un puesto importante.!Já! Dios nos proteja de caer en semejantes garras. Son lo peor de lo peor, y no actuando contra los ricos, sino contra los mismos pobres.
Ahora, para reflexionar: ¿Cuándo usted da una limosna a un pobre, por qué lo hace? ¿Por el pobre o por usted? ¿Por piedad, por miedo, por costumbre, para que Dios le perdone la abundancia? Oiga, ¿Qué hacemos con los pobres: Les damos leche con cuca o les vendemos ilusiones de iglesia?
(ojoalcuento@uniweb.net.co)