Por HORACIO DORADO GÓMEZ
De paisas incansables por el lado materno, heredó la capacidad de trabajo, el don de la palabra y la iniciativa.
Por su padre es afro colombiano: sus rasgos, su pelo ensortijado y esos ocultos espíritus que lo rondan, lo delatan como un orgulloso descendiente de los patianos, de allí su forma de ser, su amor por el arte, y su gran imaginación.
Nació en Popayán, escritor y poeta, de reconocida trayectoria. En su corta existencia por el planeta tierra, se considera ‘todavía’ un aprendiz de literato, a pesar de haber descubierto hace 20 años su vocación.
De su actividad poética dice que “siempre estará en proceso de desarrollo”. Y por su pomposo apellido Valencia le buscan parentesco con el creador de los ‘dos lánguidos camellos…’
Pocos conocen detalles de este mortal. Hogareño y amante de su familia a quien dedica domingos, festivos y vacaciones enteras. Pero cuando se enreda en proyectos literarios de largo aliento pierde el control del tiempo, se encierra y se auto-margina.
Su mejor preparación es escribir, escribir y escribir. Lento pero seguro como lo viene haciendo para cimentar las bases firmes que le han dado logros que le permiten avizorar que puede llegar a donde quiere. Valencia Calle estima que cada premio o beca que ha obtenido son las evaluaciones a su actividad como escritor. Participar en un concurso y ganarlo, es como someter su trabajo a un examen y pasarlo con honores. Igual, se somete a una evaluación de un jurado como a la crítica literaria. Pero así como tiene logros, tiene búsquedas, dudas, incertidumbres y nada ha sido fácil en su vida. Quiere creer que tener metas trazadas, un plan de vida y un esquema de trabajo fríamente calculado, lo pueden convertir en uno de los escritores más importantes del país.
Los secretos de su profesión están en la fe que lo acompaña, en la paciencia que lo anima, en la disciplina que lo reta, en la constancia que lo levanta, en las lecturas que consume, en la capacitación que ha recibido, y en el deseo inconmensurable por obtener éxito en lo que hace. Es así como el poeta Valencia Calle construye puentes, porque cada día es más escritor que antes.
Con la sumatoria de tantos desafíos, retos, ambiciones y sueños, no está lejos de alcanzar con justicia, el reconocimiento que ambiciona porque no hay día de su vida que no escriba.
Y como todo escritor soñador, delira por la fama y el prestigio, porque lo demás: el dinero, el reconocimiento y la proyección social se irán dando al mismo tiempo.
En su biografía son muchos los sacrificios personales, las limitaciones, el rechazo, las diatribas, la envidia, las puertas cerradas, y hasta las incomodidades económicas, las que ha tenido que padecer para sobrevivir a su empeño de ser escritor, pero la riqueza intelectual e imaginación que le sobran le permiten continuar su proceso.
Lamenta no estar más metido en la vida social y política de la comarca, pero su prioridad es escribir; y por eso, lo que más le desilusiona es la pérdida de amistades que no comprenden los sacrificios de su encierro para dedicarse a su labor literaria.
Marco Antonio Valencia Calle se aventuró en el terreno reservado y solitario a los intelectuales y hombres de letras. Se dio cuenta de sus posibilidades, se convenció a sí mismo y luego convenció a su familia. Hoy es leído y respetado en la tierra que lo vio nacer. Y ya comenzó su carrera para llegar a otras latitudes del mundo: algunos de sus poemas ya están traducidos al portugués y al inglés, y su nombre ya no es extraño en las páginas de cultura y poesía del interné. Su mayor libertad es haber escogido la vida que aspira.
Su estilo de escritura rayan en el sarcasmo y el humor negro; y sus armas de argumentación son el enmascaramiento y las insinuaciones.
En muchos de sus textos se ríe de sí mismo y le divierte redactar sobre asuntos que ideológicamente no comparte solo por problematizar o por sacarle punta al lápiz.
Es su forma de escribir, en ello se solaza, se divierte y así se quiere ganar la vida.
Es un escritor por vocación y porque a escribir libros consagra la mayor parte de su tiempo; pero también es periodista porque escribe para los periódicos. Cuando escribe columnas, dice, se expone a que los lectores lo cualifiquen como intelectual o como un ser vacío. Hasta la fecha no había escrito columnas para radio, porque reconoce que no es fácil para él, pero en 2008 se inicia en esta labor. Todo un desafío emocional e intelectual, porque la experiencia le recuerda que hacer el papel de crítico genera más enemigos que aliados.
Valencia Calle se reconoce egocéntrico, novelista y columnista, pero al mismo tiempo se dice un escritor difícil de leer porque al trasfondo de su literatura sólo unos pocos logran llegar.
Lo cierto es que al común de la gente le parece un escritor bien dotado, agradable y sugestivo; y lograr el artificio de hacer creer que más allá de la anécdota de una primera lectura, o de una ironía, no hay más asuntos de fondo, es el secreto de su estilo.
Para este hombre maduro, de ambiciones, de raras dotes de humildad, con perspectiva literaria, y fecundo escritor de poesía, novela y columnas periodísticas, no está lejano el día para desecar terrenos y canalizar las aguas de escribir en diarios y revistas nacionales (o por qué no, para regir la Cultura de su natal ciudad o del Cauca).