miércoles, diciembre 02, 2009

Por: Luis Fernando Orozco Gutiérrez


CÓMO CAMBIAN LOS TIEMPOS

Desde cuando era un niño, no se me olvida el problema tan grave que tuve con mi progenitora, porque me oyó decir “mientes”; recuerdo que me dijo: la próxima vez que le oiga decir esa palabra, “le rompo el mascadero”, nunca más en mi vida pronuncie dicha expresión, consideraba que la amenaza era bastante grave.

Los tiempos cambian y hoy le escucho al Presidente de los colombianos decirle “mientes” al Presidente de la Corte. En qué país estamos; los paisas tenemos fama de desabrochados al hablar, somos ‘palabrosos’ pero jamás irrespetuosos. Infortunadamente se nos pega lo malo.

Qué tiempos tan lejanos cuando nuestros políticos, eran primero gramáticos, filólogos, sabios. Recordemos a Rufino J. Cuervo, Miguel Antonio Caro, Marco Fidel Suárez, el Maestro Guillermo Valencia, Darío Echandía, Alberto Lleras. Ellos honraban la palabra. Se podría ser vulgar, pero a escondidas, y con los íntimos.

Hoy el mundo atraviesa por la época de la vulgaridad. Qué tal las palabras que le toca soportar al Presidente Uribe de su colega Hugo Chávez; es posible que sea eso lo que lo está llevando a pronunciar semejantes improperios a los nuestros porque con los extraños se guarda para si las palabras.

Tengamos fe en que el presidente de los colombianos, aumente su dosis de valeriana o de la “bebida” que se le ve tomar en los consejos comunales y esto le dé más tranquilidad, pues en los tiempos actuales todos la requerimos.

Necesitamos de una política en la que la manera de expresarse sea fundamental; ser patán es muy fácil y es de las gentes sin educación. El idioma español es amplio y la forma de expresarlo depende de la parte donde se habla; es muy común y natural escuchar palabras que en una parte son de uso diario y en otras la misma palabra es una vulgaridad. Un ejemplo: los españoles usan con mucha naturalidad lo que nosotros omitimos por groseras, para ellos en la conversación, en los diálogos del cine, etc., dicen “culo” y otras palabras que para nosotros son inconvenientes, pero lo debemos aceptar así, esa es nuestra cultura.

Es triste escuchar a nuestra máxima autoridad utilizando expresiones inconvenientes; esto desvirtúa el arte de la política, que por encima de todo debe ser culto. Ya escucharemos en todas las discusiones de los colombianos el uso inadecuado de muchas palabras, que son permitidas porque se las escuchamos al Presidente.

Si entre Presidentes se tratan de tal forma, ¿qué les podemos exigir a las “verduleras “en su cotidianidad?.

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