miércoles, mayo 24, 2006

ELOGIO de Popayán

Foto: Conny Flores
Guayacanes Rosados de Popayán

ELOGIO DE POPAYÁN
Por: RICARDO NIETO

Dejadme reposar un instante siquiera bajo la comba de este cielo que he visto tantas veces; dejadme adormecer como otras ocasiones entre la calma del paisaje indescriptible que baña el Cauca; dejadme soñar un momento en vuestros lares antes de seguir el camino...
Porque al ver, después de muchos años, dibujarse en lontananza tus “pardos campanarios”, he sentido aquella emoción que sintió Heine al llegar estremecido y palpitante a la ciudad de las grandes epopeyas. ¡Y porque al verte de nuevo, gentil y vaporosa, adormecida al rumor de tus volcanes, me he arrodillado para besar tu suelo, santificado por todos los infortunios, humedecidos por todas las lágrimas y ennoblecido por todas las glorias!...
¡Bendita, noble ciudad, que como el Sol en el espacio, has derramado tu luz, que es vida y es color, por todos los ámbitos de Colombia y fuera de ella!
¡Porque en tu seno poderoso se incubó un día el verbo de la Revolución, que debía estallar como el Sinaí entre el clamor de los truenos que ensordecen el firmamento y el fulgor de los rayos que incendian las montañas!
¡Porque de tu mismo seno, siempre fecundo y nunca exhausto, brotó también la Sabiduría, encarnada en un genio que tuvo de Arquímedes y Aristóteles, y sorprendió a la naturaleza para arrancarle sus misterios y describir los enigmas de átomo impalpable y de la nebulosa inverosímil!
¡Porque bajo este mismo cielo, diáfano como el del Ática, surgió también un día la santidad de un ángel y la dulzura de un apóstol cuya alma más blanca que la nieve virginal de tus volcanes, debí volver al Dios que la había formado, sin contaminarse siquiera con los vapores de la tierra. Y bajo el mismo cielo –cárdeno cuando tú mandas- surgieron los Centauros que galoparon sobre la púrpura de las llamas, entre el cielo augusto de las águilas y el estupor tremendo de los cóndores!
Porque no hay una pulgada de tierra colombiana que no haya sido empapada por la sangre generosa de tus hijos, ¡oh ciudad pequeña por tu aspecto pero inmensa por tus actuaciones cívicas y por tus proezas legendarias!...
¡Y porque nadie pudo llegar a ti sin sentir aquel estremecimiento sagrado que embarga a los que penetran en la Acrópolis y clavaron sus pupilas un instante en las estatuas mútilas del Pireo!
¡Bendita una y mil veces, ciudad que te adormeces bajo la casta santidad de tus dolores y bajo el peso inverosímil de tus glorias!

No hay comentarios.:

FACEBOOK

https://www.facebook.com/profile.php?id=711839823