El Cauca ¿la madre de las batallas en el país?
El Nuevo Siglo
ARTÍCULO | FEBRERO 28, 2012 - 12:05AM
La guerra es en todo el país pero la batalla principal en el Cauca. Esta parece ser una radiografía de la forma en que se está desarrollando el conflicto armado.
Aunque la guerrilla ha perpetrado ataques aislados en gran parte del territorio, con un preocupante aumento en los últimos años, buena parte de ellos se registró en el sur occidente del país y de éstos la mayoría en el Cauca.
Ayer, por ejemplo, el presidente Juan Manuel Santos y la cúpula militar y policial se trasladaron a Popayán para adelantar un consejo de seguridad extraordinario tras el ataque que guerrilleros de las Farc lanzaron en horas de la madrugada contra el casco urbano de Caldono. Este año los ataques más graves han sido en El Tambo (destrucción de radar), que impactó, pues habrían sumado hombres de tres frentes y atacado masivamente la estación policial de custodia, algo que no se veía desde 1997. Caloto, Toribío, Suárez y otras poblaciones también han sufrido hostigamientos.
Paradójicamente, así como Cauca ha sufrido en los últimos tiempos con mayor intensidad que cualquier otra región del país los embates terroristas y militares de la subversión, también fue el escenario del más reciente y grave golpe del Estado a la organización ilegal: el abatimiento a comienzos de noviembre pasado del jefe único de la facción insurgente, alias Alfonso Cano, quien murió tras un combate en zona montañosa entre los municipios de Suárez y Mondomo, a donde había huido tras más de un año de intensa persecución militar en Tolima y Huila.
Cuadro crítico
¿Por qué el Cauca es el blanco más seguido de la guerrilla? Esa pregunta se la vienen haciendo los Gobiernos y las autoridades militares y policiales con cada vez mayor insistencia en la última década, luego de que lo que los expertos en materia de conflicto llaman “eje gravitante” de la confrontación bélica con las Farc se trasladara de departamentos como Caquetá y Meta a Cauca y Nariño.
Las razones que dan los estrategas militares se reducen esencialmente a cuatro.
En primer lugar está el hecho de que históricamente las Farc se han movido como pez en el agua en la zona cordillerana caucana, en donde tienen corredores que les dan paso a Nariño, Tolima, Valle, Putumayo y Huila, salida al mar y, algo que fue clave años atrás, rutas de fuga y aprovisionamiento a la frontera ecuatoriana. Entonces, no es sorpresivo que en esta región estén afincados varios de sus principales frentes de guerra como el 6 y el 42 (llamado “Manuel Cepeda Vargas”), así como cuadrillas móviles de la “Arturo Ruiz”, “Hernando González” y “Jacobo Arenas”, entre otras.
No es, pues, gratuito, que puedan atacar con rapidez un determinado poblado o corregimiento y en cuestión de pocas horas internarse en la alta montaña sin poder ser rastreados de manera efectiva por la Fuerza Pública.
En segundo lugar, la presencia de las Farc allí es más notoria en los últimos años porque la presión y combates con los grupos paramilitares en esta zona no fueron de la dimensión que sí se presentó en zonas como el Urabá antioqueño, los Santanderes o los departamentos de la costa norte. Los bloques de las Autodefensas sí incursionaron sangrientamente en el Cauca pero nunca pudieron afincarse. De igual manera, a diferencia del Valle, en donde el Eln tenía una mayor injerencia, el Cauca ha sido una región más fariana queelena.
También es evidente, según los estrategas castrenses, que las Farc lograron en tiempos recientes hacer alianzas muy lucrativas con los grupos ‘neoparamilitares’, también conocidos como bandas criminales emergentes (bacrim), especialmente con los “Rastrojos”, no sólo para el control de los cultivos ilícitos sino para operaciones de producción y exportación de cocaína. No en vano Cauca y Nariño se consideran las áreas con mayores sembradíos de hoja de coca, tras ser desplazados, por la ofensiva de la Fuerza Pública, de Putumayo y Caquetá.
El Nuevo Siglo
ARTÍCULO | FEBRERO 28, 2012 - 12:05AM
La guerra es en todo el país pero la batalla principal en el Cauca. Esta parece ser una radiografía de la forma en que se está desarrollando el conflicto armado.
Aunque la guerrilla ha perpetrado ataques aislados en gran parte del territorio, con un preocupante aumento en los últimos años, buena parte de ellos se registró en el sur occidente del país y de éstos la mayoría en el Cauca.
Ayer, por ejemplo, el presidente Juan Manuel Santos y la cúpula militar y policial se trasladaron a Popayán para adelantar un consejo de seguridad extraordinario tras el ataque que guerrilleros de las Farc lanzaron en horas de la madrugada contra el casco urbano de Caldono. Este año los ataques más graves han sido en El Tambo (destrucción de radar), que impactó, pues habrían sumado hombres de tres frentes y atacado masivamente la estación policial de custodia, algo que no se veía desde 1997. Caloto, Toribío, Suárez y otras poblaciones también han sufrido hostigamientos.
Paradójicamente, así como Cauca ha sufrido en los últimos tiempos con mayor intensidad que cualquier otra región del país los embates terroristas y militares de la subversión, también fue el escenario del más reciente y grave golpe del Estado a la organización ilegal: el abatimiento a comienzos de noviembre pasado del jefe único de la facción insurgente, alias Alfonso Cano, quien murió tras un combate en zona montañosa entre los municipios de Suárez y Mondomo, a donde había huido tras más de un año de intensa persecución militar en Tolima y Huila.
Cuadro crítico
¿Por qué el Cauca es el blanco más seguido de la guerrilla? Esa pregunta se la vienen haciendo los Gobiernos y las autoridades militares y policiales con cada vez mayor insistencia en la última década, luego de que lo que los expertos en materia de conflicto llaman “eje gravitante” de la confrontación bélica con las Farc se trasladara de departamentos como Caquetá y Meta a Cauca y Nariño.
Las razones que dan los estrategas militares se reducen esencialmente a cuatro.
En primer lugar está el hecho de que históricamente las Farc se han movido como pez en el agua en la zona cordillerana caucana, en donde tienen corredores que les dan paso a Nariño, Tolima, Valle, Putumayo y Huila, salida al mar y, algo que fue clave años atrás, rutas de fuga y aprovisionamiento a la frontera ecuatoriana. Entonces, no es sorpresivo que en esta región estén afincados varios de sus principales frentes de guerra como el 6 y el 42 (llamado “Manuel Cepeda Vargas”), así como cuadrillas móviles de la “Arturo Ruiz”, “Hernando González” y “Jacobo Arenas”, entre otras.
No es, pues, gratuito, que puedan atacar con rapidez un determinado poblado o corregimiento y en cuestión de pocas horas internarse en la alta montaña sin poder ser rastreados de manera efectiva por la Fuerza Pública.
En segundo lugar, la presencia de las Farc allí es más notoria en los últimos años porque la presión y combates con los grupos paramilitares en esta zona no fueron de la dimensión que sí se presentó en zonas como el Urabá antioqueño, los Santanderes o los departamentos de la costa norte. Los bloques de las Autodefensas sí incursionaron sangrientamente en el Cauca pero nunca pudieron afincarse. De igual manera, a diferencia del Valle, en donde el Eln tenía una mayor injerencia, el Cauca ha sido una región más fariana queelena.
También es evidente, según los estrategas castrenses, que las Farc lograron en tiempos recientes hacer alianzas muy lucrativas con los grupos ‘neoparamilitares’, también conocidos como bandas criminales emergentes (bacrim), especialmente con los “Rastrojos”, no sólo para el control de los cultivos ilícitos sino para operaciones de producción y exportación de cocaína. No en vano Cauca y Nariño se consideran las áreas con mayores sembradíos de hoja de coca, tras ser desplazados, por la ofensiva de la Fuerza Pública, de Putumayo y Caquetá.
Y en cuarto lugar sería ingenuo negar que la guerrilla tenga en el Cauca una alta capacidad de infiltración de población civil y comunidades indígenas, lo que le permite camuflarse muy fácilmente, evitando al máximo movimientos de grandes cantidades de subversivos fácilmente detectables por los mecanismos de Inteligencia técnica y capacidad de movilización y bombardeo aéreo de las FF.MM.
No en vano fue en el Cauca en donde, desde tiempos de Cano, la faccción insurgente comenzó a implementar el llamado “Plan Renacer”, cuya base era, precisamente, volver a la llamada “guerra de guerrillas” y dejar atrás la “guerra de movimientos”. Tácticas como el ‘plan pistola’, los atentados con explosivos, los ataques a la Fuerza Pública con uno o dos subversivos y otras propias de la estrategia de ‘golpear y correr’ han tenido en este Departamento su principal escenario.
¿Entonces?
Obviamente las particulares características del Cauca hacen muy difícil una estrategia del Estado para neutralizar a las Farc. Lo fue para el gobierno Uribe y su política de Seguridad Democrática, e igual ocurre con la administración Santos y su estrategia de consolidación territorial.
De todo se ha intentado en este Departamento. El pie de fuerza policial en los distintos municipios ha sido reforzado continuamente en los últimos años. Desde el comando de la III División fue activado un batallón de Alta Montaña (con más de 800 efectivos) y operan varias unidades contraguerrillas de las más especializadas del país. Hay un centro de Inteligencia regional en Popayán, al tiempo que mejoraron sustancialmente los tiempos de reacción aérea con los llamados “aviones fantasma”, de reconocimiento y bombardeo, así como tropas helicoportadas con gran capacidad de desembarque en zonas de combate y en todo el trayecto de la autopista Panamericana.
La idea, reforzada en el nuevo Plan de Guerra de la Fuerza Pública, es pasar también a la ofensiva, copar las partes altas de la cordillera Occidental para quitarle a la guerrilla enclaves que han dominado por largo tiempo, forzándolos a trasladarse a otras zonas en donde la capacidad para golpearlos es mayor.
A ello se suma un refuerzo de los operativos contra redes de microtráfico y contrabando, así como acciones de extinción de dominio. Igual se ha buscado un acercamiento con los resguardos indígenas, no tanto para romper la “neutralidad” que éstos defienden, sino obtener mayor colaboración suya y del campesinado en general para que entreguen información sobre movimientos de subversivos.
¿Qué puede pasar ahora? Como se ve, de todo se ha intentado en el Cauca. No hay recurso humano, técnico ni presupuestal ahorrado para desterrar a las Farc o, al menos, disminuir su capacidad de desestabilización y ataque. Sin embargo, los atentados y hostigamientos siguen, pero también la eficacia militar y policial, tal como lo evidencian las estadísticas sobre disminución de homicidios y algunos rubros delincuenciales. Recientemente cayó alias Zorro, acusado de ataques en Toribío, Corinto y Caloto, incluyendo la “chiva-bomba” de julio pasado en la primera de esas poblaciones (que semidestruyó el pueblo) así como de otros sangrientos atentados.
La batalla por el Cauca no para. El Gobierno quiere ganarla y aunque tiene el poder para hacerlo, el enemigo sigue ‘enmontado’ y sólo cuando las tropas lleguen allí y consoliden la zona de alta montaña de manera permanente, la balanza se inclinará de forma más clara para el Estado
No en vano fue en el Cauca en donde, desde tiempos de Cano, la faccción insurgente comenzó a implementar el llamado “Plan Renacer”, cuya base era, precisamente, volver a la llamada “guerra de guerrillas” y dejar atrás la “guerra de movimientos”. Tácticas como el ‘plan pistola’, los atentados con explosivos, los ataques a la Fuerza Pública con uno o dos subversivos y otras propias de la estrategia de ‘golpear y correr’ han tenido en este Departamento su principal escenario.
¿Entonces?
Obviamente las particulares características del Cauca hacen muy difícil una estrategia del Estado para neutralizar a las Farc. Lo fue para el gobierno Uribe y su política de Seguridad Democrática, e igual ocurre con la administración Santos y su estrategia de consolidación territorial.
De todo se ha intentado en este Departamento. El pie de fuerza policial en los distintos municipios ha sido reforzado continuamente en los últimos años. Desde el comando de la III División fue activado un batallón de Alta Montaña (con más de 800 efectivos) y operan varias unidades contraguerrillas de las más especializadas del país. Hay un centro de Inteligencia regional en Popayán, al tiempo que mejoraron sustancialmente los tiempos de reacción aérea con los llamados “aviones fantasma”, de reconocimiento y bombardeo, así como tropas helicoportadas con gran capacidad de desembarque en zonas de combate y en todo el trayecto de la autopista Panamericana.
La idea, reforzada en el nuevo Plan de Guerra de la Fuerza Pública, es pasar también a la ofensiva, copar las partes altas de la cordillera Occidental para quitarle a la guerrilla enclaves que han dominado por largo tiempo, forzándolos a trasladarse a otras zonas en donde la capacidad para golpearlos es mayor.
A ello se suma un refuerzo de los operativos contra redes de microtráfico y contrabando, así como acciones de extinción de dominio. Igual se ha buscado un acercamiento con los resguardos indígenas, no tanto para romper la “neutralidad” que éstos defienden, sino obtener mayor colaboración suya y del campesinado en general para que entreguen información sobre movimientos de subversivos.
¿Qué puede pasar ahora? Como se ve, de todo se ha intentado en el Cauca. No hay recurso humano, técnico ni presupuestal ahorrado para desterrar a las Farc o, al menos, disminuir su capacidad de desestabilización y ataque. Sin embargo, los atentados y hostigamientos siguen, pero también la eficacia militar y policial, tal como lo evidencian las estadísticas sobre disminución de homicidios y algunos rubros delincuenciales. Recientemente cayó alias Zorro, acusado de ataques en Toribío, Corinto y Caloto, incluyendo la “chiva-bomba” de julio pasado en la primera de esas poblaciones (que semidestruyó el pueblo) así como de otros sangrientos atentados.
La batalla por el Cauca no para. El Gobierno quiere ganarla y aunque tiene el poder para hacerlo, el enemigo sigue ‘enmontado’ y sólo cuando las tropas lleguen allí y consoliden la zona de alta montaña de manera permanente, la balanza se inclinará de forma más clara para el Estado