lunes, noviembre 27, 2006

Ciudad letrada de poemas transparentes -->

Artículo Diario Jurídica al Día. pag. cultural noviembre 27, 2006 (http://www.juridicaaldia.com/index.php?fechahoy=2006/11/27&index_noticias=32&ok=vermas&noticia_id=8232)
(foto manvalencia: mural fac. de Medicina. Unicauca).

De repente en medio del ruido atronador de los automóviles que atraviesan las calles del centro que conducen al parque Caldas, una pequeña brisa de invierno empieza a caer como un fantasma acechante sobre el blanco infinito en el que el cielo se confunde con los muros transparentes de esta ciudad en la que por estos días no cesa de llover.

Se borran de nuevo las metáforas prolíficas escritas detrás de las paredes invisibles y vacías de siempre, en este pueblo hermoso y tranquilo de poemas tejidos en los intervalos silenciosos de las gotas de lluvia. La bruma desciende cada vez más trayendo consigo el olor azufroso del volcán y los ruiseñores se fugan buscando refugio debajo de alguna piedra olvidada.
Entonces, allí, en el centro de la tormenta, un ojo se levanta discreto sobre otro ojo que lo espía y que a su vez es grabado por una cámara de seguridad que cuelga boca abajo de la cornisa. Un niño patojo sonríe mientras salpica su humanidad en un charco y su madre con su hermano en brazos lo reprende para que deje de hacerlo.

Los autos pasan salpicando a las mujeres que vienen de pedir en la misa de seis del Domingo y ellas le lanzan insultos y luego se persignan porque el que peca y reza empata. Una canción de amor viaja en el aire como un faisán en temporada de caza y esa dulce voz de la humilde mujer que la sostiene en el aire se vuelve suplica a las afueras de la catedral con una mano extendida.
¡Ciudad blanca, ciudad letrada!, que has alimentado alrededor de tus centros la iconografía inexpugnable de las tradiciones y el orgullo de tus personajes canonizados que descansan en algún parque que ahora sirve para privilegiar los espacios de los discursos marginales. Te pareces tanto a Grecia y tu rostro de virgen renacentista me recuerda ese verso sonámbulo del poema extranjero de Quesep que dice: Siempre diré ¡dónde me encuentro!, ¿Qué extraña tierra es esta que no recuerdo el nombre de los pájaros para hacerme una palma con sus alas?
Llegará el día en que las paredes de este Municipio sean pintadas con el color libertario de la poesía, cuando encontremos un dulce estribillo en la mirada del pensionado que se sienta en el parque a contemplar su pasado o en la encantadora pareja de esposos que se quedan a escuchar su propia historia en la voz de algún cuentero ambulante. Llegará ese día en que planten algún rascacielos y en que alguna estatua blanca cansada de su eterno reposo se despierte de su sueño y se vaya lejos a donde ya nadie pueda encontrarla.

Mientras tanto seguiremos siendo los mismos lectores de una cotidianidad abrumada por la calma, en esta isla blanquecina de tamales y empanadas de pipián, de recuerdos volcánicos o de sueños acunados en las sombras de algún sotareño de arrabal. Tal vez alguien te regale una novela Popayán, alguien que podría ser la señora de los dulces o el embolador que se sienta plácido a contemplar las páginas eróticas de alguna edición semanal.

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