Por: Marielly Valverde
La inundan muchachos nuevos en flor de festejos hábiles esquemas de ilusiones que con gitanía solar van rompiendo cristales de vigilia para aparecer como procesión errante Arrinconan su latitud de risa para confundir ídolos de ardiente afán meditan sus posibilidades oceánicas y empiezan a concluir sus vestiduras con fuegos de buenas dudas Hurgan en los abismos de su condición las esencias de un aroma que reconocen en la palabra mínima y en el gesto cristalino sienten que tienen los años necesarios para asumir el amor por el lado más tocable: La piel Con el tiempo hojean sus vidas, prepararan nuevos órdenes y poco a poco van dando con la cara que se merecen Cierran el paso a tantas memorias que arruinan sus razones y tiranizan su esbeltéz aún caminan sobre letras desmoronadas que no requiere la tarde siguen cerca de los que no se palpan ni se sienten pero hacen llorar Vienen del color que tiene la vida juegan a convertirse en permanentes saben que tienen los sueños demasiado claros piensan que les falta amanecer: Dejar de ser graves y volver a crecer el tallo de sus risas rotas. ... "Hasta el último vuelo, de la última ala, déjame creer que el que eres, existe".