martes, julio 22, 2008

ROLDANILLO ES MUJER Y POESÍA





Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
leoquevedom@hotmail.com
Colombiano

Acabo de desempacar los besos y versos que recogí en el fardo de mis huesos y sentidos en el Museo Rayo durante el 24 Encuentro de Mujeres poetas colombianas. Fueron más de 250 las que inscribieron su nombre y sus sentimientos en el ya largo libro de memorias de Águeda Pizarro y de su quijotesco esposo.

El Encuentro cumple ya los 25 años necesarios para incubar, salir del cascarón, evolucionar, vitaminizarse y salir del difícil interregno de la pubertad. No es ya una muchachita voluble y quisquillosa tratando de impresionar en el Olimpo a Erato y Juno. Es una Dama entera, que ha ido creciendo paso a paso, en la dura vía por donde también condujo Virgilio a Beatriz a través de oscuridades y meandros. Águeda Pizarro con maestría y dulzura ha ido cultivando rosas en el escenario que Omar Rayo construyó para enaltecer el Arte colombiano. El rosal viene aflorando en retoños nuevos cada año. Este 19 de julio Leidy Janeth Vásquez, antioqueña de 26 años, recibió el Primer Premio Nacional del Concurso Ediciones Embalaje.

Desde el martes 16 las paredes del Museo se vistieron, en una exposición retrospectiva del Maestro Rayo, de unos 150 cuadros de niños con cara adulta. Se presentaron en recitales especiales las poetas Meira Delmar, Dora Castellanos, Gloria Cepeda Vargas, Marga López Díaz, Margarita Galindo, María Teresa Ramírez, Mary Grueso, Encarnación García y representantes de la Etnia de Guambía. Igualmente, dejaron oír su lira las figuras consagradas en ediciones anteriores. Se realizó homenaje póstumo a Aurora Arciniegas, Ninfa Aurora Rodríguez y Matilde Espinosa, poetas que recién hicieron mutis por el foro sin aviso previo. Se oyó la voz de Gloria Cepeda el viernes 19 para dibujar en pieza magistral la vida y obra de Matilde Espinosa, quien hasta hace un mes era la decana de las mujeres colombianas en la poesía.

Durante cinco días Roldanillo fue testigo del trabajo sin tregua que directores y poetas han logrado producir días y noches de imaginación, borrones y escritura. En carrusel multicolor fueron leyendo jóvenes, mujeres curtidas y maestras que se han formado en las eras de este jardín del Arte. La tarea no ha sido fácil. Jamás la poesía ha sido terreno en donde se recogen frutos de inmediato. En noches de Luna, días de lluvia, el abono de la sugerencia, semillas y frutos han sufrido la criba de la crítica y cuidados en talleres y coloquios personales.

Mujeres que asisten cada año a Roldanillo a nutrir su bagaje de imágenes y de palabras nuevas, a afinar el oído con versos inusitados y sonoros, han viajado por países y regiones para llevar debajo de su vestido y entre el pecho, testimonio vivo del manjar servido en el plato de los Rayo. Muchas de ellas han cosechado premios regionales, nacionales e internacionales que acreditan la labor cumplida a lo largo de cinco lustros.

Las lecturas iniciales de quienes participan no serán siempre sorpresas exitosas y serán pininos vacilantes. Pero nadie espera que un árbol nuevo brote sus frutos sin la edad y el paso de vientos, soles, fríos y vendavales. Las asiduas visitantes van sintiendo en sus senos expectantes el temblor de la inspiración y de sus ramas van saliendo poco a poco pomarrosas, uvas blancas o mangostas de indudable calidad. Las memorias anuales registran el progreso lento pero armónico de la criatura que se gesta en los Encuentros. A su crecimiento en la Cultura contribuyen recitales, talleres, el bullicio del baile con las Cantaoras del Patía, los acordes monotemáticos que entonan los guambianos y las obras de teatro de la Máscara de Cali.

Desde esta página saludamos y aplaudimos con entusiasmo, a Águeda, como ella lo hace a quienes son llamadas al frente a llenar una página más en el calendario del Encuentro, - contraparte de la producción igualitaria del hombre en la poesía-.
20-07-08 8:17 p.m.



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