POR:
MARCO ANTONIO VALENCIA
Hay hombres que desvisten con la
mirada y mujeres que erotizan con la suya. En este caso la mujer se llama
Erinna, como la poeta griega amiga de Safo. Coincidimos en un vuelo de Avianca
entre Bucaramanga y Bogotá. Yo regresaba del Encuentro Universal de Escritores “vuelven
los comuneros” 2014, y ella regresaba de turistear mientras trabaja escribiendo
para una revista de viajes española. Bucaramanga, desde el cielo y de noche, se
veía como una serpiente de fuego titilando bajo una luna roja, provocativa y
llena. Convinimos que en el departamento de Santander han realizado un esfuerzo
notable por salvaguardar todos los hitos históricos y coloniales que les genera
turismo, introduciéndole elementos modernos como un aguaparque y un teleférico en
el parque natural de Chicamocha (PA-NA-CHI) que les genera más turismo y más
dinero.
Después de eso, nos entró un
silencio incómodo. Pero al rato, impulsados por la misma chispa volvimos a mirarnos y preguntamos al tiempo
¿y dónde vives? Cuando le dije que residía en Popayán, saltó de su puesto y me
dijo con una sonrisa que Popayán era su ciudad preferida de Colombia. ¿En
serio? exclamé dudoso. Creí que era un cumplido de esos que se dicen para
agradar al otro. Pero no, Erinna de verdad ama a Popayán porque durante los
siguientes quince minutos no dejó de hablar de la Ciudad Blanca de Colombia
como si fuera la octava maravilla del mundo.
-Yo amo a Popayán, allá esta la
cuna intelectual del periodismo colombiano: allá nació Francisco José de Caldas
el primer periodista científico y turístico de América. En Popayán estudió y se
formó Miguel Santiago Valencia, el fundador de la revista Cromos una de las más
antiguas del mundo; allá nació Jeremías Cárdenas, el creador de la empresa que
publicaba la revista Selecciones de Reader Digest en español; y sus hijos
Eduardo Cárdenas creador del Almanaque Mundial que junto a sus hermanos
Antonio, José y Jorge, traducían para América Latina las tiras cómicas de
Benitín y Eneas, Dick Tracy, Tarzán y el Gato Felix. ¿Y qué me dices de la obra
de José María Arboleda Llorente? es increíble, imagina tú, dedicarse durante
cuarenta y dos años de vida a recopilar en doscientos tomos toda la historia de
Popayán, es genial. Toda la historia intelectual y cultural que tiene Popayán
para mostrarle al mundo es genial, es genial.
Un poco ronco y con la voz
apenada, le dije que Popayán ha cambiado, que poca gente valora el pasado testimoniado
en libros, mármol y bronce. Entonces soltó una palabra sonora y bella en su
boca: ¡Pamplinas! ¡Popayán sigue en el corazón del mundo!, es la ciudad que
guarda el recuerdo vivo de la inteligencia y la cultura de Latinoamérica y por
eso vale y se tiene que conservar. Hasta el siglo diecinueve, el que se
preciaba ciudadano del mundo, tenía que pasar y conocer a Popayán porque eso
daba clase, cachet. Ir a Popayán, estudiar en Popayán, era como visitar París,
Barcelona o cualquiera de las mejores
universidades del mundo de nuestro tiempo.
-Es cierto que las ciudades se
estancan, que las culturas sufren crisis, que las sociedades se transforman,
pero pase lo que pase, Popayán seguirá siendo la reina de la corona, el tesoro
escondido de la cultura, el intelecto y la belleza del alma latinoamericana por
excelencia. Soy de nacionalidad griega, y sé porque te lo digo.
Quise sonreír, algo incrédulo, lo
confieso, pero la periodista que conocía treinta y cinco países del mundo y
dominaba cuatro idiomas hablaba en serio, con vehemencia, con ardor y
conocimiento de causa. Mira poeta, me
dijo mirándome a los ojos mientras yo sentía como se me iba poniendo la piel de
gallina: A ustedes, los payaneses raizales o por adopción, lo que les falta es
unidad. Reunir a todos los líderes políticos sin importar que tendencias
ideológicas tengan y durante una semana, encerrados en un simposio o seminario,
decidir la visión de la ciudad a 25 y 50 años. Una vez pensado eso en
colectivo, que cada partido proponga cómo se deba hacer ya es otro cuento, pero
que todos sepan y trabajen para el mismo norte sin importar qué partido
político gobierne; luego, reunir a los
comerciantes y empresarios, que son el alma y motor de los pueblos, y
mostrarles esa visión de ciudad que sus líderes sociales quieren y preguntarles
cómo y de qué manera van a participar. Es fácil. Pueblos más jodidos, más egoístas, más
miserables y más caídos han salido de
crisis más berracas, ¿cómo no lo van a
hacer ustedes que fueron capaces de salir de una crisis física y espiritual
como la del terremoto del 83?