jueves, septiembre 21, 2006

El PRINCIPITO

Por: MARCO ANTONIO VALENCIA

Cuando el Principito llegó a Colombia, se encontró que muchos demonios de la pobreza habían sido burlados por la imaginación recursiva de sus gentes, pero…
Observó que la gente “vendía minutos” para hablar por teléfono en las calles. Pero enseguida se dio cuenta que funcionarios del gobierno prohibían este oficio y decomisaban los móviles o celulares. Los únicos autorizados para vender minutos eran las multinacionales de las telecomunicaciones. Para el gobierno era preferible ver a los pobres mendigando, que el triste espectáculo de vendedores de minutos en las calles.
El Principito vio que en una esquina de barrio un campesino “vendía leche” en su carro viejo, y las amas de casa salían de sus hogares a su encuentro con ollas y sonrisas, pero de pronto, llegaron los del gobierno, decomisaron la leche y prohibió estas ventas. La gente debía comprar leche pasterizada de las multinacionales y los campesinos buscarse otra forma de subsistir. Para el gobierno era preferible que los campesinos se murieran de hambre que ver el triste espectáculo de verlos vender leche en las calles.
Luego el Principito vio un “grupo de motociclistas” prestando servicios de transporte a precios módicos para llevar a la gente hasta lugares donde los taxis y buses del transporte público no llegaban. Pero de pronto llegaron los del gobierno, decomisaron sus motos y prohibieron el oficio de “moto-ratones”. Los únicos que podían prestar estos servicios eran las pudientes cooperativas de transporte nacionales. Y era preferible que los pobres transeúntes siguieran caminando a sus destinos lejanos y alejados, y los pobres motociclistas siguieran de desocupados; Porque para el gobierno era preferible ver el triste espectáculo de pobres sin trabajo, que una horda de pobres rebuscadores del sustento diario trabajando en sus motos por las calles. (
valenciacalle@yahoo.com)

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