POR TATIANA MARTINEZ
“Y saliendo (Jesús), se fue, como solía, al monte de los Olivos
(a orar) ; y sus discípulos también le siguieron.” (Lc 22: 39)
Nuestras costumbres o hábitos más que ser tan solo actos repetitivos que hacemos cada día, se constituyen como un conjunto de lo que son nuestras cualidades, inclinaciones y gustos, y son los que en cierta medida determinaran lo que hemos de ser mas adelante.
Todos tenemos buenas y malas costumbres, pero a veces es difícil saber las diferencias entre unas y otras, por ejemplo alguien puede estar acostumbrado a preocuparse por todo o a sentirse constantemente culpable por lo que hizo o dejó de hacer, alguien puede estar acostumbrado a hablar mal de su trabajo, de su estudio, de su vida o de los demás y no darse cuenta que tiene malas costumbres, las malas costumbres nos alejan del propósito maravilloso que Dios tiene para nosotros, no hacen infelices e incapaces de disfrutar de nosotros mismos, de nuestra vida y de las personas que nos aman. Jesús fue un hombre de costumbres, solía orar, enseñar la palabra de Dios y hacer la voluntad de su Padre Celestial, al final de su vida sus costumbres lo llevaron a alcanzar su sueño de salvación y vida eterna para todos los que creen en él; cumplió su propósito en esta tierra, y vivió una vida plena y digna de ser imitada. La oración constante y el conocimiento de la voluntad de Dios para su vida a través de la palabra lo hicieron más que vencedor, logro lo que se propuso y nos mostró el camino que debemos seguir.
SUS COSTUMBRES DEBEN SER NUESTRAS COSTUMBRES, SU VICTORIA DEBE SER NUESTRO DESTINO.
“siembra un pensamiento (hacer la voluntad de Dios), cosecharás una acción;
siembra una acción(orar), cosecharas un hábito;
siembra un hábito(conocer la palabra de Dios), cosecharas un carácter,
siembra un carácter (el carácter de Cristo) y cosecharas un destino (su victoria)”
TATIANA MARTÍNEZ M.